domingo, 16 de marzo de 2008

ABC de Galicia, 16 de marzo de 2008

«Einstein era un tremendo seductor, tenía decenas de amantes»
Andrés Pérez Dominguez
Escritor
EVARISTO AMADO
LA CORUÑA. Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) explica de modo amable la «acogida espectacular» de su última novela, «El Factor Einstein» (Ed. Martínez Roca), que ya ha agotado los 15.000 ejemplares de su primera edición y descubre las aristas menos conocidas de la personalidad del que es seguramente el científico más conocido del pasado siglo. El carismático investigador alemán, suízo y estadounidense, según etapas, vivió en agosto de 1939 la terrible situación de escoger entre romper su pacifismo declarado o permitir que los nazis se adelantasen en la carrera nuclear. La carta que envió al presidente demócrata Theodore Roosovelt para iniciar el programa nuclear es el texto germinal de la novela...
La idea del libro surge a partir de la carta que en agosto del 39 Einstein envía al presidente Theodore Roosevelt animándole a establecer un programa para la creación de la bomba nuclear contra los nazis. Einstein era pacifista, sí, pero también judío. Sabía que los alemanes podían desarrollarla también por sus grandes avances en el terreno de la física, por eso decide enviar la carta a Roosevelt.
- ¿Fue una decisión difícil para el científico?
- Vivió un dilema increíble: un pacifista convencido que tiene que escoger entre firmar una carta para el presidente Roosevelt con el motivo de acelerar la construcción de la bomba nuclear o dejar que los nazis la hagan. Construir una bomba es terrible. Pero que los nazis la tengan antes...
- En la obra usted cuenta cómo el gobierno de la Segunda Repúblico llegó a ofrecer asilo político a Einstein tras el inicio del Tercer Reich, en 1933...
- Ése es un hecho poco conocido, pero muy interesante. El había estado en España en el año 1923, en Madrid y Barcelona, dando unas conferencias por las que se llevaba 3.500 pesetas. Diez años más tarde, cuando dice que no está dispuesto a volver a Alemania, el gobierno de la Segunda República es el primero en ofrecerle asilo político.
_ ¿Intentaron los nazis el programa norteamericano?
- Los nazis enviaron a una espía para inflitrarse en la comunidad de científicos exiliados en Nueva York y adelantarse en lo más posible a los norteamericanos.
- ¿Cuál es la imagen de Einstein que ha intentado transmitir al lector?
- El tópico cuando se habla de él, el del científico loco y distinto, no deja de ser cierto, pero esconde otras verdades. Hay que decir que tocaba maravillosamente el violín, era un excelente contador de chistes, y un seductor tremento. Tenía decenas de amantes. Era también un amante de la navegación que no sabía navegar, por lo que no era cosa difícil que se perdiera en su barco pensando en fórmulas matemáticas. Sus defectos lo humanizan.
- ¿Por qué ha regresado a un marco como la Segunda Guerra Mundial, al igual que hizo con otra de sus obras, «La clave Pinner»?
- Mi otra novela tenía como marco la Segunda Guerra Mundial, pero otras que he escrito no tienen nada que ver en absoluto con esa etapa histórica. Las guerras exacerban las pasiones y muestran los sentimientos de la humanidad en un grado superlativo: los grandes sentimientos, las grandes deslealtades...
- ¿Hay un afán didáctico en «El Factor Einstein»?
- Un libro hay que leerlo por placer. Un libro te tiene que gustar, tiene que convertirse en un acto placentero para todo tipo de públicos. Aportar datos históricos es bueno, pero la obra tiene que entusiasmar. Quería hacer una novela, no un documental novelado.
- El trabajo de documentación del libro fue exhaustivo...
- Llegué incluso a viajar a Long Island, donde localizé con mucha suerte la casa desde la que Einstein escribió aquella carta el 2 de agosto de 1939.

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