lunes, 21 de enero de 2008

El Mundo, 21 de enero de 2008

LA ETERNA SEVILLA
Por Francisco Robles

ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ


Andrés Pérez Dominguez (Sevilla,1969) ha sido galardonado en más de un centenar de certámenes literarios. El último ha sido el premio Luis Belenguer de novela con El síndrome de Mowgli, que publicará próximamente Algaida. Tras el éxito de crítica y público que cosechó con La clave Pinner, una novela de espionaje ambientada en Sevilla que no tiene nada que ver con eso mismo que el lector puede estar pensando, sino con la II Guerra Mundial, este autor sevillano que vive en Sanlúcar la Mayor vuelve a las librerías con El factor Einstein.

--Haga un esfuerzo y resuma el arranque del argumento de su nueva novela.

--El 2 de agosto de 1939 Albert Enistein le escribe una carta al presidente Roosevelt para ofrecerle la fabricación de la bomba atómica antes de que lo hiciera Hitler. El científico se situaba en un dilema ético, ya que, por un lado, era antimilitarista y, por el otro, judío. Hablar de la bomba atómica en 1939 era algo parecido a la ciencia ficción. A partir de ese momento empieza la ficción novelesca propiamente dicha, donde toma cuerpo la espía alemana Frida von Kleinsberg,
que se instala en Nueva York para infiltrarse en la comunidad científica, con el fin de que Einstein
no pueda fabricar la bombaa tómica. Si mi anterior novela La clave Pinner estaba ambientada en Sevilla, ésta se sitúa en Nueva York, Berlin y Cracovia.

~¿Se ha documentado en bibliotecas o ha estado en los lugares donde se desarrolla la acción?

--Visité escenarios y localicé la casa de Long Island donde Einstein firmó esa carta a Roosevelt que aparece al final de novela. Es cuñoso que Einstein aceptara el ofrecimiento que le hizo el Gobierno de la II República Española para refugiarse en nuestro país mientras Hitler detentara el poder en Alemania, aunque luego no viniera por nuestro país por causas obvías: se habría metido en plena Guerra Civil.

-Andrés Pérez Domínguez quiere dejar claro que estamos ante una novela entretenida. Algunos cñticos lo comparan en este sentido con Graham Green o con Le Carré.

-Me interesan más las pasiones que las investigaciones que hago para adornar la trama. Es la técnica del MacGuffin que practicaba Hitchcoock. El problema en España es que hay novelas bien escritas con una trama aburrida v viceversa.

--¿Por qué Sevilla da muchos y buenos poetas y muy poquitos novelistas?

--Sevilla es una ciudad de arte y no creo que la novela se caracterice por esa iluminación que está
presente en la poesía o en la pintura. El novelista está más relacionado con el oficio, con la constancia, con algo que no entra en los tópicos de la ciudad.

--Usted situó La clave Pinner en Sevilla. ¿Por qué?

--Es una novela ambientada en una ciudad alejada de los tópicos, no es una novela costumbrista
donde los habitantes hablen en sevillano. Los críticos alabaron que por fin un género como la novela de espionaje llegara a una ciudad que no era Madrid ni Barcelona. Todo esto depende de la visión que cada uno tenga de la ciudad, y en Sevilla los tópicos son demasiado poderosos.

Los tópicos que definen a Sevilla son, para el novelista, los de siempre (Semana Santa, la Feria
de Abril, el Rocío: "Todo ese entramado folklórico que yo respeto aunque no participe. Y además están los asociados a Andalucía, como es el caso de la pereza)

--¿Hay que irse a Madrid o a Barcelona para publicar y vender las novelas?

--No es cierto, eso es una boutade estúpida. Con los actuales instrumentos de comunicación, como internet, puedo publicar en editoriales que están en Madrid o en Barcelona, si bien es verdad que los que viven allí tienen más posibilidad de relacionarse con los editores. Pero, si hay talento, no hay problema.

~;.Cómo nos ven los editores madrileños o catalanes desde la distancia?

--Muestran un gran desconocimiento sobre el movimiento cultural que existe en Andalucía, nos
ningunean. Me he sentido muy bien tratado, pero está claro que aún somos la perifeña, las provincias, aunque haya mucha gente que no encaje en los tópicos andaluces.

Cuando hablamos de los indices de lectura en la ciudad, Andrés Pérez Domínguez cree que Sevilla no es una ciudad muy leída por desgracia, aunque también es cierto que se venden los libros, y para demostrarlo ahí está la recién inaugurada FNAC, o La Casa del Libro. Otra cosa distinta es que se lean. Yo espero que al menos se compren y se lean los míos.


--¿Tienen algo que ver las fiestas que se suceden continuamente en la ciudad con estos bajos índices de lectura?

--El clima, la forma de vivir, la idiosincrasia, hacen que la gente salga mucho a la calle, que las actividades se realicen fuera de casa, y esto va contra el hábito lector. Seguro que en Noruega se lee más por esa misma razón. Me alegra ver las secciones infantiles de las librerías, porque ahí está el futuro de la lectura. En esto soy optimista: siempre habrá lectores.

--¿Se siente deudor de algún escritor sevillano? ¿La literatura de la ciudad ha ejercido alguna influencia en usted?

--Ninguna. No creo en la literatura sevillana, ni en la andaluza, ni en la española, sólo en la Literatura con mayúscula. Acotar la literatura es un error que se comete, por ejemplo, cuando se habla de la narrativa andaluza. Ni siquiera soy partidario de dividirla en géneros. Existen los buenos libros y punto. Un buen escritor puede nacer en Nairobi, en Sevilla o en Helsinki.

--¿El estado actual de la ciudad casaría con una novela de espionaje?

--(Risas tirando a carcajadas) Digo 1o mismo que Danny de Vito cuando le enseñaron Madrid en
obras: me gustará cuando encuentren el tesoro que andan buscando. Sevilla es un caos a pesar de su hermosura. Estuve hace poco en Venecia y allí da gusto pasear por la ciudad, sin tráfico ni atascos. Que Sevilla es un caos lo sabemos perfectamente los que vivimos en el Aljarafe. Por desgracia, hay muchas zonas de Sevilla que podrian servir como escenario de lo cutre, hay demasiados barrios dejados de la mano del Altísimo.

A la hora de analizar la conservación de la ciudad, el novelista piensa que la Catedral está más limpia sin el tráfico. Cuando se destapen las obras, lo veremos, porque ahora no es buen momento para valorar el estado de conservación de la ciudades.

--¿Qué le parecen las ’setas’ de la Encarnación?

--(Más risas tirando aún más carcajadas) ¿Se han construido ya? Lo pregunto porque hace mucho tiempo que no paso por allí. Recuerdo que la Encarnación lleva en obras toda la vida, desde que yo era niño. Esto se parece al mito medieval del reino del preste Juan. La Encarnación con setas podría ser el escenario de una novela al estilo de Tenninator, un lugar para
situar un apocalipsis nuclear.

--No ha pensadoe n escribir alguna vez una novela que mezcle la Semana Santa y el terrorismo, que es algo que se ha puesto de moda?
-
-Ya lo hizo Juan Bonilla con Nadie conoce a nadie. No lo sé, aunque.creo que para escribir una
novela sobre el terrorismo es pronto aún. Hay que tener perspectiva histórica para abordar este
asunto. La Semana Santa es muy novelesca: nos llevaríamos más de una sorpresa si levantáramos los capirotes y viéramos quiénes son los que están debajo de los antifaces.

--¿Y una novela sobre la Feria de Abril?

--La Feria también es novelesca, aunque menos que la Semana Santa. La Feria concentra a mucha gente, está dotada de un gran colorido, y su novela sería muy parecida a La hoguera de las vanidades. Tenga en cuenta que Sevilla es una ciudad absolutamente vanidosa y
probablemente con razón.

Personajes sevillanos
Jugamos con Andrés Pérez Dominguez, que también hace crónica ciudadana en Punto Radio con Cristóbal Cervantes, a diseñarle una novela a cada personaje que brilla con luz propia o prestada en la ciudad. Así, el alcaide Monteseirín sería el protagonista de una comedia. Lo de Zoido está más cerca de una novela épica. Para cerrar el trío municipal, a Rodrigo Torrijos lo situaría en una novela costumbrista. A partir de ahora todo es posible, ya que de pronto aparece en esta lista de personajes novelescos Manuel Ruiz de Lopera, alias Donmanué, para el que Pérez Domínguez re serva el género del sainete. Ya puestos, vámonos que nos vamos con la Anselma, que es carne de novela histórica. Por último, la figura Carlos Amigo Vallejo, un cardenal apropiado para una novela elegante, decimonónica, con un protagonista que concita un gran consenso.

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domingo, 20 de enero de 2008

La Razón, 20 de enero de 2008

Óscar Gómez / Solo expreso / La Razón de Sevilla / 20-01-08



El juntaletras


Su historia merecería ser contada en una de sus propias novelas. Su historia es la de un tipo reservado y meticuloso que un día decidió dejarlo todo por un sueño; el de "juntar letras", que es como él mismo describe su oficio. Tomó la determinación de probarse aprovechando el descanso del almuerzo para escribir relatos con los que enseguida comenzó a ganar prestigiosos premios a lo largo y ancho del país. Tan bien le fue que dejó por la literatura el próspero negocio de muebles que regentaba. Ahora sigue escribiendo relatos y ganando premios, pero ya no vive del cuento. Ahora vive de la novela. La última que ha publicado se ambienta en los años previos al periodo histórico que más fascinación ejerce sobre su alma. Si la Segunda Guerra Mundial configuró el mundo tal y como ahora lo conocemos, su libro se fijajusto en el segundo en el que se escribía el futuro de la humanidad con la rúbrica del más célebre científico de todos los tiempos, Albert Einstein, al final de una carta en la que se pedía al presidente de Los Estados Unidos que se comenzara con la carrera armamentística nuclear. Para documentar su novela, el autor reservado y meticuloso quiso viajar a la misma casa en Nueva York donde el Einstein firmó lacarta. Allí conoció por casualidad al hijo octogenario de un hombre que fue amigo del físico, y que le mostró el diario de su padre, en elque se reflejaba la visita a la casa de Einstein en la Bahía de Peconic de Leó Szilárd, impulsor del Proyecto Manhattan. No fue suerte para el escritor sevillano, es la forma en la que el destino reconoce el esfuerzo y la constancia. La novela lleva por título "El factor Einstein". El juntaletras reservado y meticuloso se llama Andrés Pérez Domínguez.

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sábado, 19 de enero de 2008

El País Andalucía, 18 de enero de 2008

Una novela relata la búsqueda de la bomba atómica
La Alemania nazi y EE UU pugnan por la fórmula en 'El factor Einstein'

SANTIAGO BELAUSTEGUIGOITIA - Sevilla - 18/01/2008


Los años treinta dan sus últimas boqueadas. El mundo es un lugar peligroso. Hitler domina Alemania y su codicia de territorios y países parece insaciable. Mucha gente huele ya en el ambiente la guerra que se avecina. Leo Szilard, físico húngaro refugiado en EE UU, tiene la certeza de que los nazis preparan una bomba que los hará invencibles. Szilard cree que hay un hombre clave para evitar que Hitler imponga su dictadura a todos los seres humanos. Ese hombre es Albert Einstein, padre de la Teoría de la Relatividad.

Einstein podría conseguir que EE UU se adelantara en la carrera por la bomba. Que el planeta no sea esclavizado por los nazis dependerá de quién sea el primero en descubrir la fórmula de la bomba atómica. La novela El factor Einstein, de Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), baja a los pasadizos de un mundo confiado que se encamina a pasos ciegos hacia la muerte. El factor Einstein ha sido publicada por Ediciones Martínez Roca.

"La novela empieza en enero de 1939. Leo Szilard se da cuenta de que la fisión nuclear es posible. Los científicos no parecen saber lo peligrosa que es. A Szilard le molesta que la gente piense que el asunto de la fisión nuclear sea considerado como ciencia ficción. Szilard le pide a Einstein que escriba a Roosevelt, el presidente de EE UU, para animarle a construir la bomba atómica", detalla Pérez Domínguez, cuya novela La clave Pinner también exploró los años agitados de la II Guerra Mundial.

"Los nazis estaban decididos a hacer cualquier cosa para fabricar la bomba", explica Pérez Domínguez. En la novela, el servicio secreto nazi envía a EE UU a una espía. Frida Klein tiene la misión de infiltrarse entre la comunidad científica para adelantarse a los planes de Einstein. Pérez Domínguez reconoce que se ha divertido mucho al escribir sobre la espía. "Frida es un personaje más grande que la vida. Es una espía que no se rinde ante nada", concluye el autor.

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jueves, 17 de enero de 2008

El Correo de Andalucía, 16 de enero de 2008

El parto de la bomba atómica, contado en clave de ‘thriller’
Alejandro Luque

Científicos, nazis, espías, un ingenio que cambiará la Historia... Estos y otros mimbres se entrelazan de manera trepidante en El factor Einstein, la nueva novela del sevillano Andrés Pérez Domínguez que acaba de ver la luz en mr ediciones.

Con 15.000 ejemplares de tirada inicial, la nueva obra de Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) es, en palabras del escritor y periodista Juan José Téllez –que la presentó ayer en la Fundación Lara–, “un paseo por distintos subgéneros, que van del espionaje a la narración de aventuras, pasando por el policíaco, el negro o incluso el folletín”, afirmó. “No es la tópica novela de espías, sino un pretexto para reflexionar sobre cuestiones de cierta trascendencia, como hicieron en su momento maestros como Graham Greene o John LeCarré”, añadió Téllez.

A lo largo de 574 páginas, Pérez Domínguez lleva al lector al mundo de los años 40. La primera figura central de la narración es Leo Szilard, físico húngaro refugiado en Estados Unidos, convencido de que los nazis preparan una bomba devastadora y están dispuestos a utilizarla en la Gran Guerra que se avecina.

La clave para conseguir que el bando americano pueda adelantarse a los perversos planes de Hitler es Albert Einstein, en cuyas manos queda el futuro de la Humanidad: el primero en descubrir la fórmula de la bomba atómica dominará el mundo.

En ese trance hace su aparición Frida von Kleinsberg, importante física alemana, bella, fría y calculadora, que por orden de la policía secreta nazi es enviada a Estados Unidos para infiltrarse en la comunidad de científicos exiliados y asegurarse de que Einstein no interferirá en los planes del Führer.

Fascinación.

Pérez Domínguez confiesa que al principio tenía previsto escribir otra novela, basada en el hecho –frustrado por la Guerra Civil– de que Einstein aceptara convertirse en ciudadano de la República española. Sin embargo, a poco que empezó a descubrir la figura del científico –“no el más inteligente, pero sí el más famoso de la Historia”– se dejó seducir por él y por la trama de Szilard. “Einstein ejercía una enorme fascinación sobre las mujeres, ligaba un montón. Era un pacifista convencido, pero toda esta situación va a animar a construir el arma más poderosa del mundo”, dice el autor de otra novela como La clave Pinner, fundada en uno de los señuelos más famosos de la II Guerra Mundial, la operación Mincemeat.

Para preparar su ficción, el escritor quiso “localizar exteriores”, esto es, visitar todos y cada uno de los escenarios donde se desarrolla la trama, de modo que viajó a Nueva York, Cracovia y Berlín. “Ha sido un proceso de documentación duro, pero apasionante”, dice. “Creo en la literatura más que en los géneros, y sólo deseo que el lector lo pase bien. Si aprende algo, pues mejor”.

Preguntado por el auge actual de las novelas de la II Guerra Mundial, el sevillano no cree que sea “un fenómeno nuevo”, pero sí fácil de explicar porque aquel atroz conflicto bélico “ha formado al mundo tal y como lo conocemos hoy. Me gustan mucho, también, los años 30, una época sobre la que no se ha hablado mucho, y de la que aún quedan supervivientes que podrían contar cosas interesantísimas”.

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Diario de Sevilla, 16 de enero de 2008

Pérez Domínguez transforma en novela el mayor dilema de Einstein

El autor sevillano describe la campaña que el científico emprendió, pese a ser pacifista, para que Estados Unidos creara la bomba atómica antes que los nazis
Braulio Ortiz / SEVILLA

El sevillano Andrés Pérez Domínguez articula su nueva intriga alrededor de la figura del científico más famoso de la historia de la humanidad, Albert Einstein. El autor juzgó irresistible un personaje cuyas extravagancias eran múltiples, entre ellas que "odiaba llevar calcetines, se le podía ver con una cuerda en vez de una correa y navegaba dando bandazos", pero Pérez Domínguez supo que convertiría al Premio Nobel en carne de ficción cuando conoció el dilema que vivió en los preámbulos de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, el físico Leo Szilard, convencido de que los nazis preparaban una bomba atómica, le pidió a Einstein que presionara al Gobierno de los Estados Unidos para que se adelantara a los planes de Hitler. "Yo creo que ése fue el dilema mayor de su vida, porque él era un pacifista convencido", opina el narrador.

En El factor Einstein, Pérez Domínguez encauza estos hechos históricos hacia el terreno de la novela de espías y cuenta cómo una bella y calculadora joven, Frida Klein, es enviada por el servicio secreto nazi para seguir de cerca los movimientos del padre de la Teoría de la Relatividad. Pese al argumento, Pérez Domínguez afirma que "no creo en la novela de espías. Yo creo en los sentimientos o las emociones, con los que se identifica el lector. Yo lo que quiero es hablar del alma humana", declara. El novelista considera que con sus obras cubre un vacío en la narrativa española. "Aquí hay autores que escriben muy bien pero cuyas novelas son muy aburridas, y luego hay libros con tramas vibrantes pero mal escritos. Yo lo que quiero es que el lector se entretenga, pero también trabajar el estilo".

Mientras abordaba la redacción de El factor Einstein, el escritor se sumergió en un intenso proceso de documentación que le llevó a visitar los escenarios reales donde se produjo la acción. "Viajé a Nueva York para localizar exteriores, como en las películas. Me monté en un tren a Long Island para conocer la casa donde Einstein firmó la carta que le dirigió al presidente de los Estados Unidos. Y visité Cracovia, fui a Berlín...", enumera Pérez Domínguez, que confiesa que como "hombre de letras" lo pasó mal para entender algunas de las fórmulas científicas de las que habla. Reconoce que "todo el mundo habla de la Teoría de la Relatividad, pero nadie la entiende. Hay que estudiar muchísimo para entenderla".

El escritor Juan José Téllez, que presentó ayer la novela en Sevilla, destacó de ella que "combina con maestría el retrato individual de sus personajes con la fotografía de un tiempo". Téllez comparó a Pérez Domínguez con Graham Greene y John Le Carré, que utilizan "una ingeniosa y trepidante trama" para "reflexionar sobre temas de trascendencia, como la guerra, la paz o la neutralidad de la ciencia".

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ABC de Sevilla, 16 de enero de 2008

Pérez Domínguez vuelve al género del espionaje con «El factor Einstein»
Mª EUGENIA GUTIÉRREZ
16-1-2008 11:02:17

«El mundo ya nunca será el mismo. Leo Szilard, físico húngaro refugiado en Estados Unidos, lleva casi seis años rumiando la idea de que las cosas ya nunca serán como antes, pero nadie le hace caso». La sorpresa y la intriga están presentes desde el comienzo en la nueva novela de Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), «El factor Einstein» (MR Ediciones), donde la historia de científicos convertidos en espías queda relegada a un segundo plano para profundizar en el retrato de sus personajes: algunos reales, como Leo Szilard, Albert Einstein o Alfonso Altamira, y otros ficción, como la agente secreta Frida von Kleinsberg.

Ambienta, al igual que su anterior novela «La Clave Pinner» (2004), en la Segunda Guerra Mundial, la trama de «El factor Einstein» comienza en enero de 1939 cuando el físico Leo Szilard recurre al afamado científico Albert Einstein para que éste le escriba una carta al presidente Roosevelt explicándole que los alemanes han avanzado muchísimo en sus investigaciones de física atómica y que, «aunque no se lo pudieran impedir, EE.UU. debía adelantarse a ellos -explica Pérez Domínguez-, porque nadie, a diferencia de Szilard, se había dado cuenta de que la fabricación de la bomba atómica había dejado de ser utopía. Hasta aquí llega el relato histórico». Y aquí comienza también el «paseo por los mal llamados subgéneros» que comprende esta historia, según la define el periodista y escritor Juan José Téllez.

Así, el autor sevillano configura una novela de espías al estilo anglosajón de Le Carré donde mezcla «elementos de la novela de aventura con la novela negra como pretexto para reflexionar sobre la paz y la guerra o la neutralidad de la guerra», esgrime Juan José Téllez. Y es que esta obra aúna calidad literaria y entretenimiento, argumenta Carmen Fernández de Blas, directora de la editorial MR Ediciones, realidad y ficción, con el objeto último de profundizar en sus personajes, sobre todo, en aquellos que son fruto de su imaginación, como Frida von Kleinsberg. «Yo creo en la literatura y no en los subgéneros, en las novelas que hablen de sentimientos. Y aunque intento aunar las dos posturas: escribir bien y entretener, para llegar al gran público, me interesa aun más los personajes», decía Andrés Pérez Domínguez explicando que otro de sus referentes es Graham Greene, que destaca, no sólo como un gran escritor de novela de espionaje, sino sobre todo como «autor que habla sobre el alma humana. Y el personaje de Frida von Kleinsberg -femme fatale que siente una gran fascinación por el mal- ha sido un gran descubrimiento, un personaje que se come a todos los demás siendo más grande que la vida».

Asimismo, el personaje de la agente secreta Frida von Kleinsberg «es el que abre ese hueco», según Pérez Domínguez, entre la realidad del relato y la ficción, potenciando así las posibilidades que ofrece la literatura de ir más allá que la realidad: «Yo me preguntaba por qué los alemanes, sabiendo las intenciones de los estadounidenses, no hicieron nada al respecto», esgrime el escritor sevillano, por ello creó el personaje de la«femme fatale», enviada por los nazis para que tome contacto con Alfonso Altamira, un exiliado y profesor de Física que enseña en un instituto de Brooklyn, y averiguar qué es lo que saben los estadounidenses del programa atómico alemán. No obstante, tal y como apunta Juan José Téllez, «la herramienta militar siempre es algo fascista, la fabrique quien la fabrique».

Sin embargo, lo que realmente le interesa al autor son las pasiones que gobiernan a sus personajes y un ejemplo de ello es que Pérez Domínguez consigue proyectar una imagen mucho más humana de Einstein, pues a diferencia de Julio Camba, que cuanto más conocía al personaje, más crecía su animadversión, el autor sevillano declara que el afamado científico era un «tipo fascinante, un pacifista convencido, aunque algo descuidado».

Así, «El factor Einstein» contiene los elementos para ser «entretenida y que el lector se lo pase muy bien».

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miércoles, 16 de enero de 2008

Diario de Marbella, 15 de enero de 2008


Pérez Domínguez recrea en 'El factor Einstein' la carrera por la construcción de la bomba atómica entre Alemania y EEUU
15-01-2008 19:29:16

El escritor sevillano Andrés Pérez Domínguez recrea en su nueva novela 'El factor Einstein' (MR Ediciones) la carrera por la construcción de la bomba atómica entre Alemania y Estados Unidos enmarcada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

En rueda de prensa, el escritor explicó que, en un principio, la novela iba a tener como epicentro el episodio histórico relativo a la oferta que el Gobierno de la II República española hizo a Einstein ofreciéndole una cátedra extraordinaria en la Universidad Central de Madrid. De hecho, según el escritor, el abril de 1933, el Gobierno español hizo pública la noticia de que el científico había aceptado el ofrecimiento, aunque finalmente se instaló en el Instituto de Estudio Avanzado de Princeton, en Estados Unidos.

Sin embargo, Pérez Domínguez optó finalmente por vertebrar la obra en "el que tuvo que ser el momento más difícil en la vida de Einstein", el instante en el que rubricó la carta escrita por el también científico Leo Szilárd dirigida al presidente Roosevelt en la que se le animaba a impulsar la creación de la bomba atómica.

A partir de este motivo, el autor de 'La clave Pinner' relata toda la evolución del proyecto nuclear, encarnado principalmente en la figura del científico judío-húngaro Leo Szilárd, exiliado en Estados Unidos y amigo de Einstein, principal adalid del Proyecto Manhattan, un plan de investigación científico cuyo objetivo final era el desarrollo de la bomba atómica.

En este sustrato histórico se inserta la trama ficticia de la novela, en la que una espía alemana, la brillante física Frida Klein, es enviada a Estados Unidos por los servicios secretos del aparato militar nazi para infiltrarse en la comunidad de científicos judíos exiliados e interferir en los avances nucleares del gobierno americano, así como delatar a los "traidores" de la patria.

Según explicó Pérez Domínguez, es esta faceta de la obra lo que "más le satisface" pues son la relaciones entre los personajes, las emociones y las pasiones humanas lo que "más me interesa a la hora de escribir".

Además, Frida Klein "posee una caracterización muy fuerte, se come a los demás personajes. Es un personaje más grande que la vida, como dicen los escritores americanos", sentenció.


La faceta "más humana" de Einstein

En esta línea, señaló que en la novela hay una aproximación a la faceta más humana del padre de la Teoría de la Relatividad, "una figura muy peculiar desde el punto de vista personal , un individuo que odiaba los calcetines, usaba una cuerda en vez de cinturón, odiaba nadar y despertaba una enorme fascinación en las mujeres, entre otras cuestiones".

Einstein fue un "pacifista convencido", continuó Pérez Domínguez, "tanto así que a los 15 años se fue de Alemania par no hacer el servicio militar". Por otro lado, fue un hombre "muy interesado en la política que simpatizó con el partido comunista", incluso "contactó con un grupo de militantes anarquistas en Barcelona", apuntó.

La confección de la novela resultó "todo un reto" para el autor, según confesó, ya con el objetivo de "localizar exteriores" viajó a Cracovia, Polonia, Berlín o Nueva York, donde visitó la casa que alquiló Einstein el verano de 1939 y donde firmó la carta dirigida a Roosevelt. Allí, conoció al hijo de un amigo del científico, Bob Rothman. A ambos les ha dado un pequeño papel en la historia.

Para el autor, la proliferación de libros que abordan la temática de la Segunda Guerra Mundial se debe a que en este conflicto "se fundó el mundo tal y como lo conocemos hoy", por un lado, y a que, por otro, "fue la última gran guerra en la que "se sabía con certeza quienes eran los buenos y quienes lo malos".

Por su parte, el escritor Juan José Téllez indicó que en 'El factor Einstein', Pérez Domínguez pasea por "los mal llamados" subgéneros del espionaje, la novela histórica, la de aventuras, la policial o la novela negra.

Así, puntualizó que el escritor profundiza en el género del espionaje desde una nueva perspectiva para mantener el interés del lector, aunando la "épica clásica con la cinematografía más reciente".

"La ingeniosa trama, llena de señuelos al hacer de John Le Carré o Graham Greene se convierte en una excusa para reflexionar acerca de la paz, la guerra y la neutralidad o no de la ciencia", apuntó Téllez.

Asimismo, afirmó que, como en 'La clave Pinner', el autor vuelve a ser "extremadamente riguroso en sus ficciones", brindando el "trepidante" testimonio de una época en el que combina con "maestría" los retratos individuales de los personales con el colectivo de la generación.

Por último, la directora editorial de MR Ediciones, Carmen Fernández de Blas, apostilló que el escritor sevillano, "sin olvidar la calidad literaria y el lenguaje", interesa "no sólo al lector educado en el paladar de la literatura, sino también al gran público", por lo que la editorial ha realizado "una apuesta importante" con esta novela, dotándola de una tirada de 15.000 ejemplares.

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viernes, 11 de enero de 2008

Mercurio, enero de 2008

ESPERANDO A LA TORMENTA
Félix J. Palma


Últimamente da la impresión de que el entretenimiento queda relegado a los best sellers, que los escritores de fuste son remisos a tejer historias que abreven en las aguas de la literatura popular. Sin embargo, ahí están autores como José Carlos Somoza, Luis Manuel Ruiz o Albert Sánchez Piñol, que han sabido integrar en sus obras las características más nobles de la novela de consumo, es decir, la acción trepidante, el aire de aventura y sus tramas dinámicas, que avanzan a golpes de intriga, sin que ello suponga ningún quebranto para su calidad literaria. Se trata de una actitud loable, donde confluyen su visión de la literatura con el anhelo de llegar a ese público masivo que a la larga, por mucho que nos pese, son los destinatarios últimos de la literatura.
Andrés Pérez Domínguez es otro de esos escritores con ganas de narrar, que demuestran que el entretenimiento y la literatura no son incompatibles. Ya nos convenció de ello con La clave Pinner, y vuelve a hacerlo ahora con El factor Einstein, novela que como la anterior puede encuadrarse dentro del género de espías, pero que por el cuidado que el autor pone en el retrato de sus personajes, siempre enredados en pasiones propias del alma humana, como la amistad o el sentido del honor, siguen más la estela de John Le Carré o Graham Greene que la de Frederick Forsythe. Si su anterior novela transcurría en Sevilla, esta discurre en Berlín y Nueva York, aunque, pese a la internacionalidad de los escenarios, lo más acertado quizás sea la época escogida, el año 1939, en el que el mundo parecía aguantar la respiración sin apartar los ojos de los tejemanejes de Hitler. No puede el autor, por tanto, favorecerse de la épica de la contienda que estallaría luego, pero tampoco la necesita, porque uno de los aciertos de esta novela es precisamente su clima de tensa espera, esa morbosa e inquietante expectación que sumía al planeta, y que Pérez Dominguez logra transmitir a la perfección al mostrarnos la angustia de los científicos exiliados en América, temerosos de que las investigaciones en el campo de la física atómica pusieran en las voraces manos del Führer el arma más devastadora de todos los tiempos, mientras el resto del mundo todavía creía que la fabricación de una bomba atómica era algo más propio de las novelas de ciencia ficción.
Partiendo de un hecho real, la carta que Einstein dirigió al presidente Roosevelt advirtiéndole que debían fabricar una bomba atómica para adelantarse a los nazis, Pérez Domínguez especula sobre qué pudo ocurrir antes de dicho suceso, y para ello hace viajar a la ciudad de los rascacielos a la agente secreta Frida von Kleinsberg, cuya misión será contactar con Alfonso Altamira, un exiliado que malvive enseñando Física a los chavales acomodados de Brooklyn, para poder recabar información sobre los traidores al Reich, pero sobre todo para comprobar qué saben estos del programa atómico alemán.
ero, como ya hemos dicho, la trama de espías queda en un segundo plano porque al autor le interesan más las pasiones que gobiernan a sus personajes, desde Einstein, al que logra humanizar más allá del tópico, hasta los mencionados Frida Klein y Alfonso Altamira, atrapados a su pesar en un amor subterráneo que sin embargo acabará dividiéndolos, como los átomos de la bomba atómica con la que años después el Enola Gay arrasaría Nagasaki e Hiroshima. Pero eso ya es otra historia, una historia que quizás Pérez Domínguez se decida a contarnos en una próxima novela, porque, tras la lectura de ésta, uno solo puede concluir que valor y habilidad no le faltan.


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