miércoles, 27 de febrero de 2008

Reseña de Jesús Lens

EL FACTOR EINSTEIN
Andrés Pérez Domínguez
Editorial Martínez Roca

¿Sabían ustedes que, antes de la Guerra Civil española, durante los tiempos de la República, se tanteó a un tal Albert Einstein para que, tras haberse exiliado de una Alemania que ya olía a nazismo y antisemitismo, se instalara en España, a través de una cátedra que se le daría en la universidad madrileña? ¿Sabían ustedes que, a resultas de esas gestiones, Einstein hizo buenas migas con algunos científicos españoles que, finalmente, también terminarían exiliados en los EE.UU.?

Pues sí. Todo ello es cierto. Y partiendo de esa anécdota, el escritor Andrés Pérez Domínguez ha construido una sólida historia titulada El factor Einstein, publicada por Martínez Roca, una novela ambiciosa, voluminosa, en la línea de los mejores libros de espías de los más reputados autores internacionales.

Porque El factor Einstein transcurre en los EE.UU. de preguerra así como en el Berlín enfebrecido con los nazis. Uno de los mejores capítulos de la novela se encuentra al principio de la misma, cuando Frida ha de encontrarse con un sujeto en un café de la capital alemana. La tensión en que transcurre la persecución y abordaje está perfectamente lograda.

Hablamos de una historia tradicional de espías, con agentes dobles, estrategias, persecuciones y asesinatos en la que el mejor papel corresponde a Frida, una Matahari de los nazis que, convencida de su misión, aún tiene resabios conservadores que la hacen desdoblar su personalidad entre la Frida científica, ilustrada e intelectual y la Frida asesina, convencida de que tiene una misión entre manos que la obligará a mentir, engañar y, llegado el caso, hasta a matar.

Pero ¿cuál es el McGuffin de la historia? ¿Qué pone en marcha a Frida y por qué un Einstein en horas bajas como científico aún tenía un importante papel que jugar en el concierto de la alta política mundial?

Una palabra, o mejor dicho, un concepto nos lo explica ya que a medida que los años treinta se ven abocados a una conflagración internacional, un mineral comienza a cobrar una importancia capital: uranio. Uranio para fabricar bombas. Unas bombas muy especiales: las bombas atómicas que pudieron ser posibles “gracias” a la famosa teoría de la relatividad de un científico genial que, en esta novela, también es una persona entrañable, cálida y cercana, a la que descubrimos en la intimidad de su exilio americano, tocando el violín, navegando en barco o haciendo gala de sus notables dotes de seductor.

Una novela de espías que, como todas las que se precian en este sector de la literatura, tiene cerca de seiscientas páginas, necesarias para contar una historia de largo alcance y amplio recorrido, con unos personajes muy bien perfilados y una atractiva trama, bien trazada y mejor resuelta.

A quien le gusten las novelas de intriga (que no negras y policíacas propiamente dichas) basadas en un periodo de la historia tan excitante como el de entreguerras, en El factor Einstein encontrará una extraordinaria novela con la que entretener las todavía largas noches de este extraño invierno que ya toca a su fin.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros
http://pateando-el-mundo.blogspot.com/

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domingo, 24 de febrero de 2008

ABC de las Artes y las Letras, 23 de febrero de 2008

Espionaje atómico

José María Pozuelo Yvancos
La anterior novela de Andrés Pérez Domínguez, titulada La clave Pinner, descubrió a un novelista con excelentes cualidades, desplegadas en un género como la novela de espías, con un fondo de conflicto político. En aquel caso, la acción tenía que ver con España y con un complot para asesinar a Franco.

En El factor Einstein, Pérez Domínguez confirma e incluso acrecienta aquellas cualidades que pude señalar entonces de buen narrador, con instinto para seleccionar un buen tema. Respecto a la anterior tiene, por otra parte, dos ganancias: haber dado el salto al corazón del género, al tratar el espionaje nazi en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, y hacerlo con una red temática de enorme interés.

Carta a Roosevelt. La trama, ambientada en Berlín y Nueva York, con personajes históricos reconocibles que forman el mundo de los catedráticos de Física exiliados, contemporáneos y sucesores del gran Albert Einstein, hace girar la novela en torno a un hecho cierto: el peligro de que el régimen nazi desarrollara la fisión nuclear y por tanto una bomba atómica. Incluso se ofrece como colofón la versión original y traducida de la conocida carta en que Einstein advertía al presidente Roosevelt de ese peligro. Esa carta al cierre de la novela es la culminación de la trama, pues conseguirla es lo que mueve a unos personajes (los físicos Fermi y Szilard, citados, por cierto, por el propio Einstein en tal misiva), y que tal hecho no se produjera es lo que se propone el espionaje nazi, que ha mandado para ello a Frida Klein, una hermosa investigadora, discípula de Steiner y del propio Einstein, quien actúa de espía, disfrazada de exiliada.

La novela, independientemente de sus capítulos, tiene dos partes principales: la atmósfera berlinesa, cuyo tempo de desarrollo es magnífico y alcanza soberbias escenas, como la del encuentro casi frustrado de Frida con el contacto del Consulado español en el café berlinés, y la de Brooklyn, donde se sigue la soledad que vive uno de los personajes mejor trazados, el profesor Alfonso Altamira, catedrático de Física en la Complutense, exiliado a Estados Unidos, que es el gancho del que se servirá Frida para llegar a Einstein, quien vive semirretirado en Princeton.

Pérez Domínguez domina muy bien los recursos del género, tanto la atmósfera de las ciudades, que ha descrito con mucho cuidado, como lo que podríamos llamar urdimbre narrativa del interés, que crea en el lector la necesidad de saber en qué va quedar todo. Es decir, buena atmósfera y buena trama. Por esas buenas cualidades, este crítico no entiende la necesidad de dos ingredientes que se encuentran no demasiado bien desarrollados.

Por un lado, se explica mal la necesidad de los padres adoptivos de Frida de decirle de repente la verdad. Es algo que se resuelve con demasiada facilidad y demasiada rapidez para la importancia que tal función ha de tener en la trama, por lo que se ve como un mecanismo de deus ex machina algo forzado. El otro es la necesidad de que Frida sea una hija extramatrimonial a quien Einstein ha abandonado. Una novela tan bien urdida desde el punto de su tensión y de su bien organizada trama, ¿tenía realmente necesidad de añadir ese ingrediente psicodramático? ¿No era suficiente que Frida, como espía nazi, quisiese acabar con Einstein? ¿Es necesario que se crea hija suya?

El límite de la ficción. Literariamente, que es lo que importa, le parece a este crítico que no, y que tal ingrediente antes estorba que facilita la credibilidad de la historia. Independientemente de que la novela, al haber introducido nombres reales, historias verdaderas (como la carta última dirigida a Roosevelt, etc.), debía haber aclarado en una nota final cuál es el límite de la ficción y de la realidad en tal asunto. La memoria de Einstein y su derecho como ciudadano a tenerla libre de tan graves suposiciones, seguramente lo habría agradecido, pero también el lector, precisamente para dejar fuera de sospecha que haya trampa en el desarrollo de tan apasionante trama, sospecha que permanece en el aire, lo que a mi juicio enturbia su relación con la novela. Y eso que, ya digo, desde el punto de vista de su cuidado en los personajes, de la gradación de la tensión y de la construcción de atmósferas, queda claro que Pérez Domínguez es buen escritor. Solamente lo dicho y un cierto exceso en las escenas de asesinato, como la demora en el caso de los dos sexagenarios en la barca, grava algo la que por otra parte se lee apasionadamente como una buena realización del género de espionaje.

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martes, 19 de febrero de 2008

Diario de Cádiz, 18 de febrero de 2008

Andrés Pérez Domínguez apunta a "la historia" y "al azar" como claves del escritor

Tras ganar el Luis Berenguer en 2007 con 'El síndrome de Mowgli', el autor lanza su nueva obra, 'El factor Einstein'
Cristina Marzán / Cádiz


Andrés Pérez Domínguez

Parece ser que la suerte juega un importante papel en el destino de las personas, sobre todo, para los escritores de los últimos tiempos. O por lo menos eso piensa el autor Andrés Pérez Domínguez, quien "por azares de la vida" no sólo ha ganado el premio Luis Berenguer en noviembre de 2007 con la obra El síndrome de Mowgli, sino que en apenas dos meses ha lanzado al mercado su nueva novela, denominada El factor Einstein. Una historia que comienza meses antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial cuando Leo Szilard, un físico húngaro refugiado en Estados Unidos, tiene la certeza de que los nazis preparan una bomba para utilizar en la guerra que se avecina. En el relato, el prestigioso Albert Einstein es la clave para conseguir que el bando norteamericano pueda adelantarse a los perversos planes del Führer, ya que el futuro de la humanidad dependerá de quién sea el primero en descubrir la fórmula de la bomba atómica.

El espionaje tiene lugar en esta novela con el personaje de Frida von Kleinsbert, una importante física alemana, bella, fría y calculadora, que trabaja para la policía secreta nazi, que es enviada a Estados Unidos para que se infiltre en la comunidad de científicos y asegurarse de que Einstein no se interpondrá en los planes de Hitler. "Frida es el personaje más atractivo de la obra. Es la representación del mal, que es lo más fascinante en las historias, aunque finalmente demostrará tener también un corazón", argumenta el escritor.

Tras ser distinguido con numerosos galardones durante su trayectoria profesional, Pérez Domínguez ha asegurado que "el ganar premios importantes le ha servido para pensar que sus obras gustan a un amplio espectro de lectores". A lo que añade el escritor: "intento que en mis novelas se muestren sentimientos y pasiones a través de los personajes, y que de esta forma el lector se siente identificado con ellos, ya que los datos y la historia sólo sirven como hilo argumental".

Para describir paisajes, situaciones y documentar las novelas, el autor, en ocasiones, se traslada a los escenarios reales de su obra, que "no resulta imprescindible pero si oportuno" de cara a situar al lector. Una iniciativa interesante que caracteriza a Andrés Pérez Domínguez, que junto a la suerte y el azar, puede ser la clave para el éxito experimentado en este último año.

El factor Einstein ya se encuentra en las librerías nacionales, aunque en los próximos meses El síndrome de Mowgli será la sana competencia de esta obra.

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domingo, 17 de febrero de 2008

La Opinión de Málaga, 16 de febrero de 2008


El marcapáginas
Guillermo Busutil
(La Opinión de Málaga, 16 de febrero de 2008)

El factor Einstein

Hace mucho tiempo que la novela negra y su variante, la novela de enigma, encontraron en la Historia un interesante elemento de fusión literaria para mez-clar en dosis exactas la tensión del suspense, el lado oscuro del alma humana y aquellos episodios históricos que contienen aristas, ángulos muertos o posibili-dades de nuevos enfoques. El resultado de esta reacción química fue etiquetado como el género thriller histórico que tanto parece gustar a los lectores que bus-can en la lectura entretenimiento y conocimiento. ‘El factor humano’ de Greene, ‘El espía que surgió del frío ’ de John Le Carré, ‘En busca de Klingsor ’ de Jorge Volpi, ‘El Diablo de la ciudad blanca ’ de Eric Larson y ‘Matar a un leopardo de Andrés J.Reina son algunos de los estimables ejemplos de este género edificado en una buena aventura de intriga, un adecuado pulso literario y un interrogante dentro de las lógicas posibilidades que convierten una especulación en un hecho que pudo suceder realmente.
Esta corriente narrativa, además de continuar siendo un filón para la industria cinematográfica americana, encabeza las primeras posiciones en el mercado literario y cada vez surgen nuevos nombres, dispuestos a ofrecer calidad, como los de Pablo de Santís, Luis Manuel Ruiz o Andrés Pérez Domínguez, el escritor sevillano que ya sorprendió con su primera novela, ‘La Clave Pinner ’, ambien-tada en una Sevilla marcada por la Guerra Civil española y el espionaje interna-cional.
Ese universo, perfectamente definido por la célebre película ‘El Tercer Hombre’ de Carol Reed, de la que Pérez Domínguez es un confesado deudor, vuelve a enfocarlo, ahora desde la perspectiva de la amenaza de la bomba atómica, en ‘El Factor Einstein ’, publicado en Martínez Roca. La historia que enmarca esta no-vela, situada entre Berlín y Nueva York, parte de la contestación americana del presidente Roosevelt y del Nobel Albert Einstein al conocimiento del programa atómico del gobierno nazi, encabezado por Heisenberg, decidido a fabricar una bomba al servicio del Tercer Reich en la expectación previa al estallido de la guerra. El veraz dato histórico le sirve a Pérez Domínguez para urdir una entre-tenida y convincente trama de intriga, apoyada en la tensión narrativa, en los diálogos, en la perfecta administración del suspense y en los claroscuros psico-lógicos de los protagonistas. Un físico húngaro, Leo Szikard, que junto con Eisn-tein intentará adelantarse al peligro nazi y cuyo plan intentará abortar una her-mosa y fría espía alemana, Frida Klein, marcada por un secreto de su pasado y el convencimiento en su misión.Tres personjes, acompañados por excelentes secundarios, como el escritor Gaspar Puig y el exiliado Altamira.
Se le dan bien a Pérez Domínguez la realidad subterránea de la Historia, la es-peculación verosímil de lo que pudo suceder y esos personajes secundarios que ayudan a completar la psicología de los protagonistas y las aristas que suelen tener el amor, el engaño, la venganza o el patriotismo.Temas que, junto con la neutralidad de la ciencia, la agonía de la República española, el exilio y la per-sonalidad del padre de la Teoría de la Relatividad, aborda esta novela en la que el lector termina convirtiéndose en un espía infiltrado que se verá sorprendido a un paso del desenlace final.

© Guillermo Busutil

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lunes, 11 de febrero de 2008

El Correo Gallego, 10 de febrero de 2008

Escritor y periodista
Andrés Pérez Domínguez: “En enero de 1939, Einstein estuvo a punto de ser ciudadano español”
10.02.2008 Tras el éxito indiscutible de ‘La clave Pinner’, Andrés Pérez revive ahora el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en una novela de acción, con Einstein de fondo. ‘El factor Einstein’, publicado en MR, atrapa desde la primera línea, con un lenguaje muy cinematográfico.
TEXTO: JOSÉ MIGUEL A. GIRÁLDEZ

Andrés Pérez Domínguez se acerca de nuevo a los años del nazismo y al nacimiento de la primera bomba atómica


Andrés Pérez Domínguez

Podemos decir que El factor Einstein se inscribe en el llamado género histórico. O, quizás mejor, en el género del thriller histórico. Son, al final, etiquetas. Etiquetas pensadas por los publicistas que, poco a poco, han hecho fortuna. Pero, ante todo, El factor Einstein es una novela de acción. Voluminosa, densa, escrita con mimo, Andrés Pérez Domínguez nos traslada a los instantes en los que los nazis pudieron conseguir la bomba atómica. Una mezcla de historia y de ficción, escrita sobre los propios escenarios naturales, como el autor se encarga de subrayar. Y el recuerdo, curioso al menos, de que Albert Einstein pudo haber terminado sus días como ciudadano español. No les faltará suspense a los que lo lean, y disfrutarán con la intensidad de los personajes, dibujados con gran precisión, sobre todo la protagonista.

Parece que la Segunda Guerra Mundial es uno de tus temas favoritos...

–La Segunda Guerra Mundial ha conformado el mundo hasta el final de la Guerra Fría, tal y como lo conocemos hoy. Y nos coge muy cerca. Hay personas vivas que conocieron el conflicto y es lógico que siga siendo muy importante para los historiadores y para los creadores. Mi caso es sólo uno, pero hay muchos más.

–Muchas novelas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero no tantas sobre la Guerra Civil. Aunque también hay unas cuantas...

–Sí, quizás hay menos. Queda mucho por escribir sobre nuestra Guerra civil, que fue, además, la antesala del conflicto europeo, así que están relacionadas.

–Llegas a decir en la novela que si la Guerra Mundial hubiera estallado antes, la República se habría salvado.

–Mi novela se desarrolla en 1939, el año en que termina la Guerra Civil. Y algunos de mis personajes son científicos españoles exiliados en América. Todos ellos miraban a España desde allí, y desgranaban sus opiniones, como es natural.

–He visto que has escrito un breve epílogo en el que hablas de manera sintética de cómo se desarrolló la investigación de campo para esta larga novela. O sea, que es necesaria la documentación pero también parece necesario ir a los sitios, y sentirlos... Porque parece que llegaste a ir a la propia casa de Einstein en Estados Unidos.

Sí, visité todos los escenarios que aparecen en la novela. Se puede sustituir con documentación, pero está claro que es mucho mejor ir. Yo viajé a Cracovia, a Berlín, a Nueva York... y de allí me trasladé a Long Island. Y casi por casualidad descubrí la casa en la que Einstein había firmado una carta en agosto de 1939 para animar a Roosevelt a fabricar la primera bomba atómica.

–Tu novela anterior, ‘La clave Pinner’, sobre la llamada operación Mincemeat, también en la Segunda Guerra Mundial, debió servir como una especie de preparación para esta que has escrito ahora...

–Bueno, sobre todo fue una novela que me abrió muchas puertas, lo cual siempre es fundamental. Me ha ayudado mucho en el territorio de la documentación. Hay que pensar que esta otra novela se desarrollaba en 1943, también un hecho real de la Segunda Guerra Mundial, una operación que tuvo lugar en Andalucía... Yo tenía mucha documentación, ya digo, sobre todo esto, y aprendí a comprender cómo pensaban las gentes de entonces, a meterme en su pellejo... Y bueno, sí, es cierto, me sirvió mucho para hacer El factor Einstein.

–Ya son muchos los que escriben novela con trasfondo histórico, ¿no te parece? Habrás tenido vértigo al ver tanta obra sobre la Segunda Guerra Mundial, tanto como hay, no sé, sobre los cátaros o los templarios, por ejemplo...

–Yo odio las novelas de templarios, personalmente. Las etiquetas sólo limitan la literatura. Yo creo que hay malas y buenas novelas. Creo en la literatura, en las novelas de personajes, en los sentimientos... los lectores se identificaban con eso. Después, que se desarrolle en una época o en otras... pues tampoco es tan importante. Hitchcock lo demuestra claramente en Encadenados, con Ingrid Bergman y Cary Grant. El espionaje era para amueblar el mundo, pero al final el amor es lo que importa, lo que mueve el mundo. En La clave Pinner el amor era importante, y aquí, como sabes, también...

–Sí, es cierto. El amor es básico en la trama de ‘El factor Einstein’, pero también el engaño... No podría ser de otra manera, porque esto, al final, es una novela de espías...

Claro, por supuesto, hay que reconocerlo sin complejos. Es una novela de espías. Porque además, la protagonista absoluta, aparte Albert Einstein y un profesor español exiliado, es Frida Von Kleinsberg, una física alemana, que va a estar omnipresente en toda la trama.

–Me preguntaba en quién te habrías inspirado para crear a Frida... (risas de fondo). Pero claro, hay tantas fotografías de mujeres de la época, tantas que podrían ser ella...

Efectivamente. la editorial Martínez Roca ha acertado muy bien a la hora de elegir la portada... lo digo precisamente por la foto. Pero sí, Frida es uno de esos personajes capaces de todo, que se dice que son personajes más grandes que la vida. En el cine de los años 30 y 40 hay mujeres así.

–Es un personaje muy sólido, que nos va llevando a varios escenarios, siempre con un gran peligro alrededor... con mucha tensión... hasta ahí podemos contar.

–Sí, jajaja, como se decía en el Un, dos, tres... Gracias por lo de personaje sólido. Bueno es un personaje duro, lleno de encanto y de brutalidad al tiempo... Saco también a un tal Bob Rosman porque su padre había sido amigo de Albert Einstein en el año 39. Rosman me enseñó un diario de su padre, en el que mostraba, de su puño y letra, la preocupación de Einstein porque Leo Szilard, un científico húngaro que también aparece en la novela, había ido a visitarlo para que firmara la carta famosa para el presidente. Creo que el diario tendría que estar en un museo.

–Aparte de genio, Einstein era todo un personaje, lejos de ese científico metódico que uno podría pensar que era...

–Sí, era un personaje increíble. Lo curioso es que Einstein pudo ser español, porque se le ofreció un puesto en la Universidad Central, en Madrid, en enero de 1939. Él, que estaba en EEUU dando unas conferencias, proclama que como los nazis están en Alemania, no va a volver. El gobierno de la República le ofrece ese puesto universitario, ya digo, y él acepta. Lo que pasa es que las cosas se complicaron después en España, a gran velocidad, y decidió al final quedarse en Pinceton. Bueno, él ya había estado en España en 1923. Y, sirva como anécdota, le pagaron 3.500 pesetas por conferencia.

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domingo, 10 de febrero de 2008

El Correo de Andalucía, 9 de febrero de 2008

El factor Einstein
Edmundo Díaz Conde


Siempre es grato dar con alguien cuya calidad personal está sobradamente a la altura de su vocación. Y, aunque rara vez se pone en tela de juicio la profesionalidad de los escritores, juro que, como en todos los gremios, los hay vocacionales y laboriosos, pero también haraganes, mezquinos y plagiadores. Andrés Pérez Domínguez, sevillano como el que más, ofrece el perfil de escritor profesional y de buena gente donde los haya. Viene esto a cuento de su última y muy reciente novela: El factor Einstein. Publicada por la editorial Martínez Roca (Planeta), el autor nos invita a un viaje fascinante por su modo y su destino: el momento histórico y la clave que decidieron la suerte de la Segunda Guerra Mundial, y, con ella, el declive de un mundo que aún nos inquieta y horroriza. No voy a desvelar el argumento, pretendo sólo incitar a su lectura a todo amante del suspense, el género del espionaje, la novela negra, y, más aún, a los que se desviven por una historia contada con la voluntad de hechizar voluntades y de suspender el tiempo de los relojes.

Si lo he comprendido bien, Pérez Domínguez persigue, entre otros objetivos, entretener y complacer al lector. Qué delicia abrigar esa clase de pretensiones en un país en donde provocar el placer del público equivale, desde hace décadas, a rebajarse a ojos de las musas clásicas. En El factor Einstein el autor no sólo persigue divertir, se esmera en no renunciar a sus propias exigencias artísticas; o, lo que es igual, estamos frente a una novela en la que el estilo cristalino y la peripecia de los personajes se apoyan recíprocamente.

o en vano Pérez Domínguez subraya en las entrevistas que la calidad y el entretenimiento no son incompatibles. Y lo curioso es que de sus palabras no se desprende jamás petulancia, sino orgullo por su oficio, y humildad ante la evidencia, como ya dijo el clásico, de que si la vida es larga, el camino del arte es más largo. Frente a la novela entretenida, pero mala de solemnidad, frente a la novela “literaria”, “selecta”, pero tediosa, Andrés Pérez Domínguez ofrece una alternativa. Toca siempre al lector la última palabra.

Lo que ya se puede afirmar sin duda es que El factor Einstein es el resultado de un trabajo concienzudo, la última historia de un novelista que promete laureles a una tierra de soñadores y poetas.

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